Presencia: se trata de dar a conocer un producto y lograr que el consumidor tenga tu producto en mente cuando vaya a realizar sus compras. Es más fácil construir sobre algo nuevo, desconocido, que sobre lo que el consumidor ya identifica y tiene expectativas.
Interés: una vez que el consumidor reconoce tú producto viene la fase del interés, cuando el cliente está atento a lo que tienen que qué decir tus anuncios, mucho más allá de los encabezados.
Consideración: en esta etapa del proceso, los consumidores ya conocen abiertamente el producto, lo han probado, tocado y entra a sus posibilidades de compra. Aquí la persona considera la competencia - ¿Quién me da más? ¿Quién hace mi vida mejor, más fácil, más placentera?- por lo que es una fase crítica en el posicionamiento de marca.
Compra: en el climax del proceso de brandeo, las exigencias aumentan proporcionalmente a la inversión realizada, pues el usuario busca obtener al menos, lo que pagó si no es que un poco más. Si tu producto no logra satisfacer esta necesidad, la persona no tendrá problema en probar las opciones de la competencia y no regresar a tu marca.
Uso del producto: la lealtad de marca en gran medida recae en la satisfacción al momento del consumo. Puede ser efímero, como una bebida, o de larga duración, como una cama. El reto es lograr que una vez transcurrido este periodo, el usuario regrese a tu marca.
Contacto post-venta: las acciones que se preocupan por la satisfacción de un cliente, como las llamadas o correo de satisfacción, logran la recompra del producto, su recomendación y ayudarte a aprender más sobre tu consumidor y sus necesidades.
Lealtad: la mayor fuerza de mercadeo existente es la publicidad de boca en boca. Un usuario satisfecho hablará bien de una marca y la recomprará cuantas veces sea necesario. Algo que pocos presupuestos mediático puede conseguir.
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